El regalo de Jake. Capítulo 24

- Bonita habitación.- Dijo mirando alrededor
¿Que hacía aquí? Le mire interesada, con la esperanza de una explicación o simplemente que diera media vuelta y irse por donde ha llegado, y eso me hace pensar, ¿Como ha entrado? Mire la ventana, estaba abierta y un viento frío entraba, se acercaba el otoño...  

- ¿Que haces tu aquí? 

- Yo también me alegro de verte.- Dijo Jake sentándose en una silla.

- La costumbre es entrar por la puerta, no por la ventana.

- Ah, perdón, ya lo sabía. Pero como mi hermano lleva haciéndolo desde hace mucho pensé que seria divertido.

- ¿Quieres algo o ya has terminado?

- ¿Pero que te pasa? Estas muy borde.

- Es que Jake, no me hace gracia que entres a mi habitación mientras yo ni siquiera estoy y encima por la ventana.

- ¿Y Jona si?

- Pero el es distinto, es mi novio.

- Claro, tu novio... 

Hubo un silencio, pero no era incomodo, para nada. Cada uno miraba a una parte de la habitación, con la esperanza de que alguno hablara, pero el problema es que ninguno nos atrevíamos, o eso pensaba yo, hasta que el, dispuso a romperlo. 

- Ayer, ya sabes, en la fiesta, se me olvido darte tu regalo...

- No hacia falta ningún regalo Jake...

- Es solo un simple detalle, espero que te guste.

 Saco de su bolsillo una pequeña caja roja de piel sintética, un lazo color pastel le daba un toque de clase. Abrió la tapa, en ella un precioso colgante en forma de llave y a la vez de corazón se encontraba encima de algodón y cubierto por algunos polvos de purpurina. No pude evitar sonreír al ver esa preciosidad, Jake notó mi entusiasmo y el también sonrió. Lo cogí con cuidado,como si se tratase de una delicada pluma.
Era de plata fina, y con unos pequeños diamantes incrustados, me lo puse y me mire al espejo que tenia colgado en mi habitación. Una enorme sonrisa se apoderó de mi cara.

- Muchísimas gracias, es precioso, no tenias por que, te habrás gastado un pastón.

- Merecía la pena...

Mire a Jake, no sabía si darle la mano, abrazarlo o darle dos besos. Pero el noto mis dudas y me abrazó inmediatamente y yo le correspondí. 

[...]
- Mama, papa, os tengo que decir algo.- Dije mientras me sentaba en el sofá.
- Dime hija.- Dijo mi padre.
- Ayer, en mi cumpleaños, Jona me regalo algo...
- ¿ A si? ¿Y que te regaló?.- Dijo mi madre interesada.
- Pues ya sabéis que yo siempre he querido ir a París ... Pues me a invitado a pasar dos semanas en París, como regalo de mi cumpleaños.
Mis padres se miraron entre ellos, yo estaba nerviosa, temía su reacción, solo un simple "no" me asustaba.
- Y quieres que te dejemos ir, ¿No?.- Comento mi madre.
Yo asentí.
- Bueno.- Dijo mi padre.- Creo que ya eres mayorcita, tienes dieciséis años, y aun que no me guste mucho la idea de dejarte ir hasta París con tu novio, que por cierto, no me cae bien, puedes ir.
Mi madre miro a mi padre sorprendida, ni yo ni ella nos creíamos lo que acabábamos de oír. 
- ¿Lo dices enserio papa?
- Si, me cuesta admitirlo pero mi pequeña se ha hecho mayor.Y no quiero privarte de tu sueño.
Yo me acerqué a el y le abracé con todas mis fuerzas. Me gustaba hacerme a la idea de que por fin, mis padre me trataba como una adulta y confiaba en mí.
Y de pronto recibí un mensaje de Holly.

Iba andando, por las grandes calles de Chicago, era mediodía y la calle estaba llena de gente. Iba en dirección a casa de Holly, me invitó a pasar la noche en su casa, como hacíamos de pequeñas, no se como se le ocurren estas ideas, aun que no era mala la verdad. 

Iba caminando, hundida en la música que hacían sonar mis cascos, "Want u back "de Cher Lloyd , hacía que me perdiera entre la gente.

La verdad me gustaba todo tipo de música, no tenía pegas, me podía gustar desde los Beatles hasta Rihanna o Justin Bieber, lo se soy rara, pero soy así y no lo niego. Como iba diciendo, estaba tan hundida en el ritmo de la música, que sin querer me choqué con alguien, yo y mi patosidad. Era una chica, las dos nos levantamos a la vez. 

- Lo siento, iba distraída.- Me disculpé 

La chica me miro. Tenía el pelo castaño, mas o menos por los hombros. Sus ojos eran color miel, tenía una mirada muy fría. Yo la mire confundida, se aparto un poco y siguió su camino. Recogí mi mochila y seguí mi camino yo también, no le quería dar importancia a algo así. 
Por fin, llegue a casa de Holly. Siempre me había gustado venir a su casa. Era bonita tanto por fuera como por dentro. La casa era de su abuela, pero cuando falleció, la escritura se puso en nombre de su padre. La casa ya era un poco vieja, pero como el padre de Holly es arquitecto mando construirla entera, incluso la pusieron mas grande ya que los terrenos que rodeaban la casa pertenecían a la familia. Siempre que venía me hacían sentir como en casa. La verdad me sorprendió un poco, ayer cuando llegue a la fiesta estaba todo hecho un caos, y hoy parecía como si aquí no hubiera pasado nada. Supuse que los padres de Holly estarían en casa, y la pobre tuvo que limpiarlo todo ella sola.
Abrí la verja y me dirige hacia el porche, donde allí se encontraba Holly esperándome, sentada en los escalones de la entrada. 
- Hola.- Dije mientras la abrazaba
- Hola, por fin llegas.
- ¿He tardado mucho?
Holly no me contesto, abrió la puerta y entramos. Inmediatamente vino hacia mi la su madre. Era una mujer muy alegre y cariñosa. Tenia el pelo rubio, por encima de los hombros, sus ojos azules tenían mas brillo que los de su propia hija, pero aún así, eran idénticas.
- Hola Alex, me alegro de tenerte otra vez en casa.- Dijo abrazándome.
- Hola Sr. Stewart. 
- Siempre te digo que no hace falta que me llames así, me haces sentir mayor. Para ti Amanda.
Yo me reí.
- Bueno mama, nos vamos a mi cuarto.- Dijo Holly entrelazando mi brazo con el suyo. 
- De acuerdo, os avisare a la hora de cenar.- Dijo su madre.
Las dos subimos las escaleras que conducían a la segunda planta. Nos dirigimos a la ultima habitación que había al fondo del largo pasillo.
Entramos a su habitación, era rosa, como le gustaba a ella. Una cama enorme era lo primero que podías apreciar, al lado de la ventana un tocador de color blanco perla, una chimenea al fondo y una puerta que indicaba el baño. Miles de fotos nuestras colgadas en las paredes, una moqueta rosa de flecos cubría el suelo, y aun lado, el precioso hasky de Holly dormía profundamente, y por último, en una esquina miles de retratos y obras de arte hechas a lápiz, creaban una especie de mosaico. A Holly siempre le había gustado dibujar, quería ser una gran artista y tenía mucho talento, es mas, ella fue la que diseño su propia habitación.  
- Bueno.- Dijo Holly mientras nos sentábamos en la cama.- ¿Alguna novedad?
- ¿A que te refieres?
- Pues Jona y tu, ¿Que paso ayer en la fiesta?
- Pues estuvimos hablando.
- ¿Hablando? ¿Solo hablando?
- Bueno... Hubo algunos besos ...
- Ya lo suponía...- Holly se levanto, abrió el cajón de su mesita de noche y de ella sacó una caja.- Toma.
- ¿Que es?
- Tu regalo, venga ábrelo.
- Holly, sabes perfectamente que no quería regalos.
- ¿ Acaso tu novio te puede regalar algo y tu mejor amiga no?
- ¿Sabes lo del viaje?
- Fui yo quien le ayude.
- ¿Y por que no me dijiste nada.
- Porque era una sorpresa, y las sopesas no se dicen.
Yo suspire.
- Venga abrelo.- Dijo emocionada Holly.
Abrí la caja, de ella saqué una preciosa pulsera, me fije que colgaban de ella simbolos, como una llave, una flor... 
Se cerraba como un candado.
- ¿Te gusta?.- Dijo interesada mi querida amiga.
- Me encanta, muchas gracias.- La abracé fuertemente.- Pero no hacía falta.
- Siempre dices lo mismo.
Yo sonreí.
- ¿Y cuando te vas a París?
- Dentro de una semana, supongo.
Y de pronto caí en la cuenta de que tenía que contárselo a Jona.
Cogí mi teléfono móvil y marqué su numero.
- ¿A quien llamas?.- Preguntó Holly
- A Jona, aún no le he dicho que voy a ir.
Y tras decir eso, por fin cogieron el teléfono.
- ¿Quien es?.- Dijo una voz femenina.
Yo me extrañe.¿ Quien seria? y sobre todo, ¿Que hacía con el móvil de Jona?